Post pandemia: Frustración, rabia, tristeza y desesperación afecta a los adolescentes

Lima, 07, junio de 2022.- En las últimas semanas la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha declarado las enfermedades de salud mental como una pandemia silenciosa, a consecuencia de la emergencia sanitaria y encierro, de más de dos años, vividos por el COVID 19.

Según la Psicóloga, Sabrina Herrera, esta pandemia silenciosa se ha enmarcado en los niños y adolescentes, afectando más a estos últimos con enfermedades emocionales y mentales como la frustración, la rabia, la tristeza y la desesperación.

Explicó que estas emociones de defensa indican que “algo está mal en nuestros adolescentes”. “En los últimos meses yo y mis colegas estamos recibiendo adolescentes y jóvenes con este tipo de males que afectan considerablemente su desarrollo e, incluso, los está llevando a intentos de suicidio”.

¿Qué hacer?

Sabrina Herrera declaró a Familias 360 que va a ser necesario que los profesionales e instituciones especializadas empoderen a los adultos para que se conviertan en los acompañantes ideales de los adolescentes y jóvenes.

Dijo que incluso los adultos debemos autorregularnos para poder estar en condiciones de enseñarles y orientarlos frente a estos problemas. “Los adultos somos el mejor espejo de los hijos e hijas y tenemos que mirarnos a nosotros mismos para cambiar algunas actitudes que ayuden a los menores a superar su desesperación, rabia, miedo o tristeza, males que son el resultado de la emergencia sanitaria vivida en todo este tiempo”, recalcó.

Señaló que, en España por ejemplo, el índice de intentos de suicidios y suicidios en jóvenes y adolescentes es alarmante y que en el Perú la situación no es muy diferente sino tomamos medidas inmediatas. “No solo se trata que los especialistas actuemos, es más necesario trabajar con los padres para que estos los acompañen y ayuden a superar sus emociones negativas en el día a día”, anotó.

Señaló que los adultos debemos aprender a gestionar las emociones negativas (como el enojo, la amargura, rabia o desesperación), no llamándoles la atención, riñéndolos o ridiculizándolos sino, por el contrario, enseñándoles a manejar sus emociones escuchándolos y poniéndoles atención.

“Los seres humanos tenemos que buscar un equilibrio en la vida social, material y emocional; no olvidemos que un niño frustrado se debate siempre entre la rabia y el dolor; y que un niño amargado será un adolescente frustrado”, puntualizó.

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